Puede que no sea un peliculón pero hay dos cosas que hacen que tengas que ver este clásico entre clásicos en algún momento de tu vida:
1. La interpretación de Audrey Hepburn es, a mi juicio, impresionante. Su autenticidad y naturalidad hacen que sea la “chica de compañía” más cándida, sutil y adorable de la historia del cine. Creo que el valor de su personaje está en el contraste. Es despistada, olvidadiza, insegura y, a menudo, impredecible, caprichosa y egoísta pero, a la vez, está cargada de cualidades positivas y arroja fuerza y encanto en cada plano. Holly tiene mucho de esas personas que, pase lo que pase, guardan dentro de si las ganas de vivir.
2. La Banda Sonora Original del célebre Henry Mancini. Si “Desayuno con diamantes” es para mucho el clásico romántico por excelencia “Moon River”
es la canción de amor que a todos nos viene a la cabeza cuando pensamos
en canciones inolvidables de la historia del cine. Este momento
constituye para mi (no lo puedo evitar y lo ha sido desde mucho antes de
ver la película) la mejor de todas las escenas.
3. Su atemporalidad. Este verano, en el Fnac de Callado de Madrid tuvimos la oportunidad de vivir este momentazo que no hace más que confirmar que “Desayuno con diamantes” es y seguirá siendo a lo largo de generaciones un clásico que no pasa de moda. Muy recomendable el nuevo disco de Presuntos Implicados sobre bandas sonoras de cine inolvidables.
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